El primer principio de la Cultura Oceánica explica que el océano es uno sólo, más allá de la separación entre las cuencas del Pacífico, Atlántico, Índico, Antártico y Ártico. Si observamos un globo terráqueo veremos que la mayor parte del planeta está cubierto por agua. “Un total de 361.059.000 km², equivalente al 70,8% de la superficie corresponde al océano y los restantes 148.892.000 km² a la tierra emergida en forma de continentes e islas. Si a lo anterior se suma un 4% adicional por hielo, lagos, ríos y nieve se puede concluir que la superficie total cubierta por agua aumenta aproximadamente a 75%” (Hellmuth Sievers, CHILE PAÍS OCEÁNICO. Editorial Ocho Libros Ltda, 2005). Casi toda el agua de la hidrosfera está en los mares y océanos, y es por ello que muchas veces a la Tierra la llamamos “Planeta Azul”.

El gran océano global con que cuenta la Tierra es esencial en la configuración de las características de los diferentes climas, principalmente como un elemento regulador de la temperatura. El océano absorbe la radiación solar, elevando y bajando lentamente su temperatura, luego, la costa tiene en general una menor amplitud térmica que las tierras interiores. La condensación en tierras altas de la humedad proveniente de la evaporación provoca precipitaciones orográficas generadas por la pérdida de temperatura a medida que las masas de aire chocan con las cordilleras, generando grandes cuencas fluviales. En el océano se generan grandes fenómenos atmosféricos, como El Niño y la Niña, los huracanes y las masas de aire que cruzan varias latitudes, llevando por ejemplo, aire frío desde la Antártica a la costa occidental sudamericana.

El océano es el hábitat de una gran cantidad de especies, tan diversas como la ballena azul, organismos unicelulares, tortugas y aves que han perdido la capacidad de volar. En el mar podemos encontrar prácticamente todos los grupos taxonómicos y anualmente se descubren nuevas especies, sobre todo en las profundidades, apenas exploradas y consideradas hasta no hace mucho como desiertos submarinos carentes de vida. Las complejas redes tróficas presentes en el océano tienen a los organismos unicelulares como la base en su rol de productores primarios, aportando gran cantidad de carbono y oxígeno, especialmente por sus rápidos ciclos de vida. Por otra parte, son muchas las especies que están estrechamente vinculadas a los espacios costeros, como el rico hábitat intermareal o los humedales, que albergan desde insectos y seres unicelulares hasta aves migratorias y vegetales propios de aguas salobres. no sustenta una gran diversidad de vida y de ecosistemas

El océano es hoy un gran espacio inexplorado, con frecuencia se dice que más conocemos del espacio exterior que de las profundidades. Por el hecho de ser un lugar ajeno a las capacidades físicas del ser humano, su exploración es más bien reciente y solo durante los últimos 50 años se ha podido llegar a las profundidades abisales. El desarrollo de la tecnología permite hoy conocerlo a través de instrumental y modelos matemáticos que permiten predecir maremotos, comportamiento de corrientes marinas o modelamiento del relieve; el desarrollo de vehículos no tripulados ha abierto una nueva ventana a la exploración submarina. La investigación en torno al océano requiere hoy de la participación de profesionales de diversas disciplinas y su trabajo busca adelantarse a eventos catastróficos y a la preservación del medio ambiente para generar un uso sustentable del mar.